El otro día me invitaron a un panel donde tenía que compartir un poco de mi historia. Al principio, con más de 30 años en lo que hago, dudé sobre qué parte contar. Decidí hablarles del 2020, uno de los desafíos más grandes que enfrenté en mi vida. Les hablé sobre ese año en el que todo lo que creía seguro en mi vida se desmoronó al mismo tiempo y cómo esa crisis fue un catalizador para descubrir una versión mía que desconocía y que resultó ser mucho mejor que la anterior. Y esa elección no fue al azar. Elegí contar esa parte de mi historia para destacar la importancia de reafirmar tu historia personal sin hacer concesiones.
A través de los años, he aprendido la importancia de mantener nuestra historia personal intacta. Todo lo que hacemos proporciona evidencias sobre quiénes somos y de lo que somos capaces. Nuestra historia personal es la raíz de nuestra identidad y logros en la vida. Es el cimiento sobre el cual se construye el éxito. Los líderes que mantienen su historia personal clara y auténtica han transformado sus empresas y el entorno que les rodea.
Tomemos, por ejemplo, a Satya Nadella, CEO de Microsoft. Cuando asumió su cargo, no solo se enfocó en la transformación tecnológica de la compañía, sino que también compartió su historia personal de resiliencia y aprendizaje. Hablando abiertamente sobre desafíos personales y profesionales, inspiró a sus colaboradores a adoptar una mentalidad de crecimiento y a no temer al cambio. Su autenticidad creó una cultura empresarial sólida.
Indra Nooyi, ex-CEO de PepsiCo, expresó su historia de inmigrante y madre trabajadora. Al compartir su trayectoria personal y profesional, demostró que la diversidad y el equilibrio entre trabajo y vida personal son relevantes para el éxito corporativo. Bajo su liderazgo, PepsiCo prosperó financieramente y se convirtió en un modelo de responsabilidad social y diversidad.
Esas grandes historias parecen lejanas, pero cada día con cada decisión y cada acción dejamos evidencia de nuestra propia historia. Recuerdo la primera vez que tuve que escribir un discurso para un presidente de la nación. Escribir el discurso de una persona que debe dirigirse a un país entero es una tarea monumental. La responsabilidad que conlleva es abrumadora, pues cada palabra tiene el potencial de inspirar, movilizar y, en algunos casos, cambiar el curso de la historia. No se trata solo de juntar palabras, sino de capturar la esencia de la persona que lo pronunciará y transmitir un mensaje que resuene en el corazón de millones. Escribir un discurso para alguien que se dirigirá a una nación es, sin duda, uno de los mayores desafíos que puede enfrentar un comunicador. Pero también es una oportunidad única de contribuir a algo mucho más grande que uno mismo. Y a eso, en historia personal, lo llamamos legado.
Entonces ¿cómo podemos construir un legado que inspire y transforme? Primero, conociéndonos a nosotros mismos. Antes de contar nuestra historia, necesitamos entender quiénes somos. Reflexionar sobre experiencias, valores y pasiones. Identificar los momentos clave que han moldeado tu vida y lo que aprendiste de ellos.
“Nuestra historia personal no es solo un reflejo de lo que hemos vivido, sino el cimiento de todo lo que podemos llegar a construir. Conocerla, honrarla y compartirla es el primer paso para dejar un legado que inspire.”
Además, como ya lo venimos hablando, ser auténtico. No intentes ser alguien que no sos; no temas mostrar vulnerabilidades y errores, ya que son esos momentos forman parte de lo que te define. Es esencial mantener la coherencia; tu historia personal alinea tus acciones y decisiones. Estudios recientes demuestran que las personas que mantienen una narrativa personal coherente y auténtica tienen un 40 % más de probabilidades de reportar mayores niveles de satisfacción laboral y personal.
En el mundo de los negocios, los líderes que comparten su viaje personal crean conexiones más profundas con su equipo y sus clientes. Esto no solo humaniza a los líderes, sino que también establece un sentido de confianza y lealtad.
Empresas como Apple, bajo la dirección de Steve Jobs, han utilizado la historia personal de sus líderes para construir una marca fuerte y reconocida mundialmente.
Jobs no solo vendía productos, sino también su visión y pasión, lo que resonó profundamente con personas de todo el mundo. Su historia de perseverancia y creatividad se convirtió en parte del ADN de la empresa.
Del mismo modo, Howard Schultz, el ex-CEO de Starbucks, compartió su historia de humildes comienzos y sus esfuerzos por transformar Starbucks en un lugar donde las personas no solo compran café, sino también experimentan una conexión humana. Esta narrativa personal ayudó a forjar una cultura empresarial centrada en el bienestar de los empleados y la satisfacción del cliente, lo que contribuyó al éxito global de Starbucks.
La autenticidad en la narrativa personal también puede ser un diferenciador clave en un mercado competitivo. Los consumidores de hoy en día son más propensos a apoyar a empresas y líderes que se alinean con sus valores y creen en la transparencia. Una historia personal bien contada puede ser la clave para destacarse en un entorno saturado y construir una experiencia de marca satisfactoria.
Todo lo que hacemos proporciona evidencias sobre quiénes somos y de lo que somos capaces. No subestimes el poder de tu propia narrativa, no solo es un reflejo de quiénes somos, sino también una guía poderosa para el futuro al que vamos.
Así que, querido CEO, hoy la invitación está hecha. Viví con pasión, actúa con integridad y compartí tu viaje con los demás. Porque en última instancia, somos las historias que contamos y las evidencias que dejamos, y ellas tienen el poder de transformar el mundo.
Hasta la próxima y gracias por el privilegio de tu tiempo.